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9 de abril de 2010

Por Cuba Todo

Reflexiones del compañero Fidel



EL IX CONGRESO DE LA UNIÓN DE JÓVENES COMUNISTAS DE CUBA

Tuve el privilegio de seguir directamente voz, imágenes, ideas, argumentos, rostros, reacciones y aplausos de los delegados participantes en la sesión final del IX Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba, que tuvo lugar en el Palacio de Convenciones el pasado domingo 4 de abril. Las cámaras de televisión recogen detalles desde proximidades y ángulos mucho mejores que los ojos de las personas presentes en cualquiera de esos eventos.

No exagero si digo que ha sido uno de los momentos más emocionantes de mi larga y azarosa vida. No podía estar allí, pero lo viví dentro de mí mismo, como quien recorre el mundo de las ideas por las cuales ha luchado las tres cuartas partes de su existencia. De nada valdrían sin embargo ideas y valores para un revolucionario, sin el deber de luchar cada minuto de su vida para vencer la ignorancia con que todos venimos al mundo.

Aunque pocos lo admitan, el azar y las circunstancias desempeñan un papel decisivo en los frutos de cualquier obra humana.

Entristece pensar en tantos revolucionarios, con muchos más méritos, que no pudieron siquiera conocer el día de la victoria de la causa por la cual lucharon y murieron, fuese la independencia o una profunda revolución social en Cuba. Ambas al final inseparablemente unidas.

Desde mediados de 1950, año en que concluí mis estudios universitarios, me consideraba un revolucionario radical y avanzado, gracias a las ideas que recibí de Martí, Marx y, junto a ellos, una legión incontable de pensadores y héroes deseosos de un mundo más justo. Había transcurrido entonces casi un siglo desde que nuestros compatriotas iniciaron el 10 de octubre de 1868 la primera guerra de independencia de nuestro país contra lo que restaba en América de un imperio colonial y esclavista. El poderoso vecino del Norte había decidido anexarse a nuestro país como fruta madura de un árbol podrido. En Europa habían surgido ya con fuerza la lucha y las ideas socialistas del proletariado contra la sociedad burguesa que tomó el poder por ley histórica durante la Revolución Francesa que estalló en julio de 1789 inspirada en las ideas de Juan Jacobo Rousseau y los enciclopedistas del siglo XVIII, las cuales constituyeron igualmente las bases de la Declaración de Filadelfia el 4 de julio de 1776, portadora de las ideas revolucionarias de aquella época. Con creciente frecuencia en la historia humana, los acontecimientos se mezclan y superponen.

Defenderemos la verdad con nuestra moral y nuestros principios

Por Cuba Todo

Defenderemos la verdad con nuestra moral y nuestros principios


Editorial Granma

El imperio y sus aliados se han lanzado a una nueva cruzada para intentar demonizar a Cuba. Su poderosa maquinaria política y mediática ha puesto en marcha una colosal operación de engaño con el objetivo de desacreditar el proceso revolucionario, desestabilizar el país y provocar las condiciones para la destrucción de nuestro sistema social.

En la febril campaña usan a sus mercenarios al antojo. Para obtener bochornosos dividendos políticos, los lanzan a la muerte, sin importarles un ápice verdaderamente esos seres humanos; como no les ha importado nunca tampoco la muerte de más de 3 mil cubanos por actos terroristas organizados y financiados desde Estados Unidos, ni el destino de los más de 2 mil compatriotas mutilados por esos actos abominables, ni los ciudadanos que han perecido en el Estrecho de la Florida al lanzarse en infaustas aventuras tras los cantos de sirena de la asesina Ley de Ajuste Cubano.

Invocan cínicamente los derechos humanos que han pisoteado y pisotean hoy impunemente en diversas partes del mundo. Acusan hipócritamente a la Revolución de la muerte de una persona, preso común al que vistieron de político por obra y gracia de las campañas anticubanas y los cuantiosos recursos y medios que a ella se dedican, a quien sacrificaron para servir de punta de lanza en el propósito de denigrar a la nación que más esfuerzos ha hecho por salvar vidas en el mundo, al enviar a decenas de miles de sus abnegados trabajadores de la salud a colaborar con más de un centenar de países, en los lugares más difíciles; a la Revolución que no dudó un segundo en ofrecer sus médicos para socorrer a las ciudadanos norteamericanos en New Orleans y otras ciudades del sur tras el paso devastador del huracán Katrina; la que brinda estudios superiores a jóvenes que no hubieran podido graduarse en sus naciones, incluyendo a varios de los Estados Unidos; a la que ha puesto a disposición internacional un novedoso método de alfabetización que ha permitido a millones de personas en diversos países de América Latina y el Caribe, Europa, África y Oceanía acceder al sagrado derecho humano de la educación y el conocimiento.