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DECLARACIÓN en la TERCERA CONFERENCIA MUNDIAL
DE PRESIDENTES DE PARLAMENTOS
Luchemos por la democracia
Ricardo Alarcón de Quesada • Ginebra
Señor Presidente:
Señor Secretario General:
Participo por primera vez en la Conferencia Mundial de Presidentes de Parlamentos porque a las dos anteriores me impidieron asistir quienes con torpe arrogancia se creen dueños de las Naciones Unidas.
Encaramos una crisis profunda que abarca todos los aspectos de la realidad. Proliferan las guerras insensatas, se acelera la destrucción del medio ambiente, aumentan los que padecen hambre, ignorancia y enfermedades evitables. Todo, consecuencia de un sistema internacional injusto sometido a la codicia y el egoísmo de unos pocos.
El ser humano es una especie en peligro de extinción en un planeta en el que han muerto ya miles de especies. ¿Cómo detener esa carrera demencial que a todos llevará al abismo?
La única salvación posible, nuestro último recurso, es la democracia. Pero no nos engañemos, mucho menos aquí donde la gran verdad fue proclamada desde el primer día. Lo dijo hace ya mucho tiempo Jean Jacques Rousseau: “Mientras exista la desigualdad entre los seres humanos la pretendida delegación de soberanía no será más que pura ficción.”
Luchemos pues por la democracia. Que en la ONU la Asamblea General asuma cabalmente las funciones que le dio la Carta y controle a un Consejo de Seguridad que solo sirve para desatar guerras e imponer el hegemonismo. Evitemos los espejismos y quimeras que confunden el camino. Exijamos el cumplimiento de los objetivos del Milenio y otras promesas olvidadas como el desarme general y completo y la cooperación internacional para el desarrollo. Que los ideales de la Carta y las Resoluciones de la Asamblea General no sean letra muerta.
Cesen el hostigamiento y las amenazas contra la República Islámica de Irán y la República Popular Democrática de Corea. Hágase justicia al pueblo palestino y a su derecho inalienable a la independencia. Póngase fin a la ocupación colonial de Puerto Rico y del Sahara occidental. Liberen de inmediato y sin condiciones a los Cinco cubanos prisioneros políticos en cárceles norteamericanas, hace ya doce años, por oponerse al terrorismo que Washington promueve contra Cuba
Que se democraticen las relaciones entre los Estados y al interior de ellos. Que los programas supuestamente concebidos para paliar la crisis económica no sean pactados en secreto con los culpables sino discutidos y acordados abiertamente con sus víctimas, con los trabajadores y los pueblos.
Perfeccionemos nuestro trabajo parlamentario. Pero, sobre todo, preocupémonos por abrir sus puertas y ventanas, busquemos al pueblo, a los sindicatos, a los campesinos, a los jóvenes. Que ellos y ellas, todos, opinen, legislen, decidan. Parlamentarizar la sociedad es el único modo de realizar la democracia devolviendo al pueblo la soberanía.
Cada cual a su manera, según su historia, siendo fieles a lo suyo, sin repetir a nadie, sin copiar, mucho menos a los que no pueden ofrecernos como modelo otra cosa que el desastre que hoy nos conduce a la peor tragedia.
Muchas gracias.
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